«Chile es un país futbolero más que musical o artístico»: La dura crítica de Miguel Barriga
-El fundador de Sexual Democracia es categórico: en Chile, la cultura artística y musical aún no recibe el apoyo ni el valor que merece. El artista señala que mientras las radios y el Estado sigan cediendo a los algoritmos pagados, el país continuará en un «insomnio creativo»
«Una Mano Lava a la Otra»: Por qué la generosidad y la red son el único camino para el músico chileno.
Miguel Luis Barriga Parra es una de las figuras más singulares, prolíficas y queridas de la música y el teatro chileno. Nacido en 1963, su trayectoria de más de tres décadas lo posiciona como un artista integral: vocalista, actor, productor, compositor y creador de espectáculos que mezclan humor, música, identidad regional y cultura popular.
Fundador y voz del emblemático grupo Sexual Democracia, Barriga irrumpió en la escena a fines de los años 80 con una propuesta que combinaba irreverencia, letras agudas y una estética profundamente chilena, conectando de manera inmediata con el público nacional.
A lo largo de su carrera ha editado 17 discos, 4 DVD, y ha creado y actuado en diversas obras de teatro, café concert y comedias que consolidan su versatilidad escénica.
Paralelo a su trayectoria musical y teatral, ha desarrollado un fuerte compromiso con la difusión del arte nacional, desde la creación de la histórica plataforma MP3 Palace hasta la fundación del Centro Cultural Miguel Barriga y Ailín Producciones, con el que impulsa nuevas generaciones de artistas.
Su activo rol en SCD, Sidarte, Chileactores y SINAMUARCHI refuerza su liderazgo dentro del sector cultural y su participación en iniciativas orientadas a profesionalizar el trabajo artístico.
1. Miguel, SINAMUARCHI está impulsando “Proyecta Cultura RM”. Desde tu experiencia, ¿cuáles son los principales problemas o brechas que hoy tienen los músicos en Chile y que este proyecto busca resolver?
Mira, los principales problemas y brechas que enfrentamos los músicos son cuatro puntos fundamentales, y «Proyecta Cultura RM» debe atacarlos:
-La No Valorización de su Trabajo: El problema central es cómo trasladar a otros agentes la necesaria necesidad del pago por la elaboración, producción y puesta en ejecución de sus obras. El sistema social acepta pagar por la salud, pero lamentablemente no requiere pagar al músico directamente. La sociedad no puede vivir sin el alma artística, sin la música5, pero aun así, existe una frustración porque el pago al artista local es menor, la industria lo valora menos, y el público está dispuesto a pagar más por el arte foráneo que por el nuestro.
– La Profesionalización Obligada: Dada la fragilidad económica que vivimos, muchos músicos debemos alternar con una doble vida, un trabajo tipo Uber que nos permita subsistir. La actividad artística pasa a ser una actividad secundaria variable, con lo cual no puedo comprometerme al 100%, y mi dedicación afecta la calidad artística de mi trabajo.
– La Desvinculación y Falta de Redes: Aunque existen fondos concursables, casi siempre los ganan los gestores de proyectos, no los músicos, que son muy buenos creando música, pero no manejando sistemas de calificación y puntajes. Además, hay una desvinculación interna con otros agentes como ingenieros de sonido, programadores radiales y escuelas de música. No existe formalmente un punto de conexión, de ayuda mutua o una red de apoyo real e integral para resolver necesidades en conjunto.
– Problemas u Oportunidades Disfrazadas: La tecnología, por ejemplo, con el Autotune en la música urbana o la Inteligencia Artificial para la composición y el derecho de autor, irrumpe con cambios que debemos considerar: ¿Cómo enfrentarlos y cómo podemos convivir con ellos?. Por otra parte, necesitamos equiparar las condiciones y el acceso a los medios para dar a conocer nuestros trabajos.
2. Has apoyado a muchos artistas jóvenes. ¿Qué dificultades enfrentan hoy los músicos que antes no existían cuando tú comenzaste?
La primera gran dificultad que veo es la económica, ya que la industria tradicional que conocí ya no existe: no hay sellos, no hay venta de discos, y los ingresos directos se perdieron6.
Además, su trabajo es más tipo online, y eso hace que se pierda la experiencia del aprendizaje y experimentación grupal en sala. Desde mi punto de vista, eso conlleva a una menor innovación; se trabaja el lado más seguro, como el cover o el tributo, y no la vanguardia.
Otra dificultad es el poder hegemónico de las grandes productoras que controlan los festivales y la programación. El músico local está tentado a seguir esa tendencia, a hacer la fila, y no siempre es considerado.
Pero lo más importante es la falta de una red de apoyo social real. Si el fútbol tiene un público dispuesto a pagar por el espectáculo local, ¿por qué nosotros no?. El músico solo puede trabajar desde su nicho familiar de amigos.
Ahí es donde entra SINAMUARCHI. Es muy necesario pertenecer a una red de apoyo4. SINAMUARCHI te ayuda a capacitarte y el sindicato estuvo ahí con cajas de ayuda durante la pandemia. Es fundamental que el músico sienta que lo que le está pasando a él, también le pasa a otros. Esa red de apoyo es constante y real.
3. El 11 de diciembre darás una clase sobre “encadenamientos productivos musicales”. En palabras simples, ¿qué significa eso y por qué es importante que los músicos aprendan a trabajar conectados con otros actores de su territorio?
El «encadenamiento productivo musical» para mí es sinónimo de gestión de comunidad y generosidad.
Mi ejemplo más claro es el MP3 Palace. Tuve que crear una comunidad partiendo de mi propia necesidad de que mi música fuera escuchada, ya que en ese tiempo solo teníamos la opción de la radio. Cuando apareció la opción del MP3 y conseguí un servidor mayor en Entel, me di cuenta de que podíamos colocar nuestros temas directamente al público, sin pasar por el programador radial.
Esto me conectó con muchos músicos de aquella época del año 2000, y me siento muy orgulloso de haber sido el creador de esa comunidad. A muchos músicos les fue muy bien; por ejemplo, The Salon, Sinergia o Matajari. Me encuentro con ellos habitualmente y siempre recuerdan ese apoyo, que es tan importante sobre todo en la primera etapa, cuando el músico está decidiendo si va a seguir en la música o tendrá otro tipo de actividad. Fue un momento muy especial que me gusta compartir.
Además de eso, también realicé distintas productoras o centros culturales con diversidad de opciones, no solamente enfocadas en un solo tipo de música. Ahí uno aprende que es igual de válida una música metal o la música actual que esté sonando; uno no tiene esos «ruidos ordenados matemáticamente». El público debe tener la opción de escucharlos en vivo, así que realizamos un circuito de presentaciones en vivo para que estos músicos también pudieran tener y lucir su trabajo.
El gran aprendizaje me lo dio Mario Gutiérrez, creador de Los Ángeles Negros. Él me abrió la ruta para tocar en México y me compartió toda su agenda de contactos con mucha generosidad. Cuando le pregunté cómo le podía pagar, él me dijo: «haz lo mismo con otros». Yo sigo ese camino, doy contactos de locales y managers. Es increíble, pero ahora que estoy más viejo, esos mismos músicos, o sus hijos, me han apoyado en momentos claves de mi carrera. Una mano lava a la otra, y es una muy buena forma de vida y de gestión de red comunitaria
4. Muchos artistas reconocen tu influencia. ¿Sientes que en Chile existe el apoyo suficiente para valorar y reconocer el trabajo de quienes hacen música y cultura?
Yo creo que definitivamente somos un país futbolero, más que musical o artístico.
Para mí, el apoyo y la valoración sólo serán suficientes cuando vea una señal muy clara: cuando la gente haga colas para ir a los conciertos nacionales como si fuera un estándar. Solo en ese momento podré decir que existe un nicho real.
Mientras tanto, hay problemas estructurales que nos frenan. Es necesario que los organismos estatales dejen de hacer concursos con los mismos jurados y ganadores de siempre. Necesitamos ver en las calles a la gente cantando sus propias canciones.
Pero lo más crítico es el funcionamiento de los medios: mientras las radios y las aplicaciones de streaming solo funcionen por algoritmos pagados, que no promueven la diversidad genuina, yo creo que vamos a seguir con este insomnio creativo. Esto no deja espacio para el crecimiento y la valoración real de la música chilena.
5. Hoy eres director musical de Sudania – El Musical. ¿Cómo fue llevar la música de Sexual Democracia a un montaje futurista y teatral pensado para un público nuevo y más joven?
El gran mérito de Sudania – El Musical es de mi hija, Montserrat Aylin, que es la directora de este proyecto, y de su elenco.
Estos jóvenes promesas, que son muy creativos, tomaron la música de Sudamérica Suda y Clonación y le dieron su propia mirada y valor. Ellos redescubrieron esta joya y la llevaron realmente a otro nivel.
Agradezco el gran apoyo de SINAMUARCHI y al Museo de la Música Chilena porque han apoyado y han asumido este proyecto como suyo y nos han dado un 100% de ayuda en todo momento.
Lo hicimos sin ganar ningún fondo concursable, solo con «las patas y el buche» y la entrega de los actores y bailarines. Es una obra integral que llega más allá de las canciones, elevándose como una historia puesta en escena con un formato increíble que incluye cine, dramaturgia y música. Estoy muy contento de que la gente haya expresado muy buenas críticas y que les haya encantado Sudania, el musical.







